El Encanto Latino: Un Regalo Para La Iglesia

Nuestra Latinidad nos une y nos permite ofrecer nuestros dones como una ofrenda colectiva que bendice a la iglesia en Estados Unidos.

Nuestra Latinidad nos une y nos permite ofrecer nuestros dones como una ofrenda colectiva que bendice a la iglesia en Estados Unidos.

*Nota editorial: ¡Estamos felices de publicar nuestro primer artículo en inglés y español! Este es un momento importante para Missio Alliance, ya que refleja nuestro deseo y compromiso por incluir voces marginalizadas en las conversaciones y espacios teológicos que facilitamos. Estas voces (junto con las culturas y comunidades que representan) forman parte importante de nuestras conversaciones teológicas, ya que moldean y enriquecen el contenido de las mismas. La versión en inglés de este artículo está aquí. ¡Celebremos juntos! ~MA


El Encanto Latino: Celebrando los Dones de la Iglesia Latina en Estados Unidos

En las primeras escenas de la película “Encanto“, una comunidad entera se ve obligada a abandonar su hogar para buscar refugio en una nueva tierra. Aunque muchas personas se embarcan en el largo trayecto, los peligros y amenazas del viaje acaban con la vida de muchos. En medio de la tragedia y la pérdida, la familia Madrigal recibe lo que solamente pueden interpretar como “un milagro:” un nuevo hogar — su casita — y una tierra donde podrán vivir seguros y en paz. Pero su mayor regalo no es ni su casa ni la tierra donde viven, sino los talentos especiales (dones sobrenaturales) que cada miembro de la familia recibe. Luisa, por ejemplo, posee una fuerza física inmensurable. El estado de ánimo de Pepa afecta el comportamiento del clima. Julieta puede sanar cualquier enfermedad con la comida que prepara. 

En palabras de La Abuela, la matriarca de la familia, son “los dones de la familia lo que hacen de su nuevo hogar…un paraíso.

Esta historia es muy similar a la realidad que viven millones de Latinos en Estados Unidos.

Dificultades socioeconómicas e inestabilidad política han obligado a muchas familias latinas a abandonar su país de origen para buscar refugio en tierras extranjeras. Si bien esta realidad es muy común dentro de la comunidad latina en Estados Unidos, no es la única. Dentro de nuestra diversa población de inmigrantes, existe una gran variedad de historias y de nacionalidades que en sí representan las complejidades y las contradicciones que propician la inmigración a este país. Todos tenemos una historia diferente. Aun así, nuestra Latinidad nos une y nos permite ofrecer nuestros dones como una ofrenda colectiva que es de bendición a otras comunidades e iglesias en Estados Unidos. Nuestra forma de ser, nuestras costumbres e idiomas, y nuestras formas tan únicas en las que reflejamos la imagen de Dios, todas son parte de nuestro encanto. 

En este Mes de la Herencia Hispana, queremos celebrar tres dones que forman parte integral de nuestro encanto latino. 

  1. Familia: La familia es nuestro mayor regalo
  2. “Mi casa es tu casa”
  3. ¡Fiesta!: Una celebración de gozo

Estos dones son una mezcla de cualidades, tradiciones y valores que se manifiestan de manera muy específica en la iglesia latina y ofrecen una hermosa visión de lo que es amar a nuestro prójimo en palabra y obra

En todo momento y bajo cualquier circunstancia, la iglesia latina hace todo lo posible por movilizar recursos y personas para satisfacer las necesidades de nuestros hermanos y hermanas y así recibir a Jesús entre nostros. Share on X

Familia: La Familia Es Nuestro Mayor Regalo

La familia yace en el centro de nuestra identidad latina. Es el palpitar de nuestras comunidades y la columna vertebral que sostiene a nuestras sociedades. Todo emana del amor que tenemos por nuestras familias.

​​La familia de Gaby tiene sus raíces en Torreón, México. Ella creció compartiendo la mesa cada semana con todos los miembros de su familia. En un domingo cualquiera, se reunían entre 30 y 50 personas para convivir en casa de la abuela. La perspectiva que Gaby tenía de Estados Unidos era prácticamente la de una turista (es decir, extremadamente sesgada y limitada). No fue sino hasta que se mudó a este país a los treinta años que comenzó a entender la complejidad de la experiencia latina en Estados Unidos.

La familia de Lisa es diferente a la de Gaby, ya que ella nació en Estados Unidos en una familia bicultural y birracial. Su padre y su familia se vieron obligados a huir de Cuba en la década de los 60’s y establecieron su nuevo hogar en Miami. La familia de su madre es originaria de Oklahoma. El haber crecido en una familia bicultural, formando parte de la diáspora Cubano-Americana al sur de Florida, sin duda ha moldeado su identidad, sus valores y su sentido de pertenencia.

A pesar de haber crecido en lugares tan lejanos y con culturas tan distintas, nos hemos llamado “hermanas” desde el inicio de nuestra amistad. De cierta forma el ser Latinas nos hace familia. Ese es el poder de la Latinidad y la familia: A pesar de nuestras diferencias, tenemos un gran sentido de pertenencia.

Lo que hace que este sentido de pertenencia sea tan poderoso es precisamente nuestra diversidad: Tenemos diferencias marcadas en nuestra manera de ver el mundo. Somos ricos y pobres. Unos hemos recibido educación formal y otros a través de nuestras comunidades. Somos nativos en nuestra propia tierra e inmigrantes en un país extranjero. Somos descendientes de esclavos y colonizadores. Unos nacimos en el extranjero y otros en Estados Unidos. Somos Caribeños, Centroamericanos y Sudamericanos.

Aunque vemos el mundo a través de diferentes lentes (tan diferentes como los colores de nuestras banderas), nuestra Latinidad es un lazo inquebrantable que nos une a pesar de nuestras diferencias.

Nuestro sentido de pertenencia y nuestro amor por la familia son un ejemplo para las demás iglesias de lo que es tener unidad sin buscar homogeneidad. Siendo claros, no estamos diciendo que somos inmunes a los problemas que se generan cuando existen tantas diferencias (como el racismo, machismo, etc.) Pero aún con todas nuestras imperfecciones y problemas podemos decir, con humildad y gratitud, que la familia es uno de nuestros dones más preciados que orgullosamente celebramos y ofrecemos al mundo como un regalo.

De cierta forma el ser Latinas nos hace familia. Ese es el poder de la Latinidad y la familia: A pesar de nuestras diferencias, tenemos un gran sentido de pertenencia. (1/2) Share on X

Aunque vemos el mundo a través de diferentes lentes (tan diferentes como los colores de nuestras banderas), nuestra Latinidad es un lazo inquebrantable que nos une a pesar de nuestras diferencias. (2/2) Share on X

Mi Casa es tu Casa

Si la familia es el foco central de nuestras comunidades, nuestros hogares son el espacio sagrado donde nuestro sentido de pertenencia y comunidad se arraigan. “Mi casa es tu casa” simboliza el gran valor que los Latinos le damos a la hospitalidad. Esta frase no es simplemente un dicho coloquial que decimos para ser cordiales. Cuando decimos “Mi casa es tu casa,” lo decimos en serio.

 Cuando éramos niñas y vivíamos con nuestras respectivas familias, sabíamos que en cualquier momento podía llegar gente a nuestra casa sin previo aviso. Lejos de ver estas visitas como interrupciones, era algo que esperábamos y que formaba parte de nuestro ritmo de vida. Aún cuando nuestros días estaban llenos de tareas y actividades, la expectativa siempre estaba presente ¡y la casa siempre lista! Con empanadas, café y té disponibles en nuestras alacenas por si acaso alguien llegaba a visitarnos.

Para los latinos que viven en Estados Unidos, y especialmente dentro de la iglesia, “Mi casa es tu casa” toma un sentido más profundo por la forma tan especial en la que se viven y encarnan estas palabras. Para la iglesia Latina, “Mi casa es tu casa” significa extender amor y hospitalidad de manera radical a todos aquellos que lo necesitan. Si bien no todos los Latinos que viven en Estados Unidos viven dificultades extremas día a día, millones de ellos sí viven esta realidad (¡millones!). La iglesia Latina ha asumido la responsabilidad – el mandamiento – de amar radicalmente a todos nuestros hermanos; a aquellos que experimentan pobreza o han sido privados de sus derechos más básicos para acogerlos en nuestros hogares como si fueran miembros de la familia.

Nuestro amor por los demás nos compele a ser una comunidad de amor, donde nuestro amor al prójimo se manifiesta de diferentes maneras, ya sea brindando comida a los obreros del campo, o agregando un colchón extra aunque ya esté nuestra casa llena. Algunas iglesias hacen vigilias para orar por las familias que van llegando al país, otras iglesia envían grupos de voluntarios para ayudar directamente en la frontera. Los inmigrantes que ya tienen tiempo en este país (y de cierta forma fungen como anfitriones aunque sigan siendo foráneos) hacen todo lo posible por conectar a los recién llegados con clínicas gratuitas, abogados pro-bono y todo tipo de oportunidades laborales. En todo momento y bajo cualquier circunstancia, la iglesia latina hace todo lo posible por movilizar recursos y personas para satisfacer las necesidades de nuestros hermanos y hermanas y de esta manera recibir a Jesús entre nosotros, quien dijo “Fui forastero y me dieron alojamiento” (Mateo 25:35).

La postura que la iglesia Latina tiene hacia los pobres hace que nuestra prioridad sea la comunidad en vez del individualismo. Hace que optemos por la solidaridad (e incluso el riesgo) por encima de la supervivencia y la autoprotección. Es esta solidaridad tan radical la que informa nuestra teología y moldea nuestro discipulado. A medida que satisfacemos las necesidades físicas de nuestros hermanos, nuestro vínculo espiritual toma un enfoque mayor, trayendo consigo una transformación que no sería posible sin proximidad física y sacrificio.

Para la iglesia Latina “Mi casa es tu casa” es una expresión tangible de solidaridad, sacrificio y amor. Es una respuesta instintiva – y llena de gracia – que recibe al prójimo con las palabras: “¡Bienvenido! Tus necesidades son mis necesidades.”

Para los latinos que viven in Estados Unidos, y especialmente dentro De la Iglesia, 'Mi casa es tu casa' toma un sentido más profundo por la forma tan especial en la que se viven y encarnan estas palabras. (1/3) Share on X

Para la iglesia Latina, 'Mi casa es tu casa' significa extender amor y hospitalidad de manera radical a todos aquellos que lo necesitan. (2/3) Share on X

La iglesia Latina ha asumido la responsabilidad – el mandamiento – de amar radicalmente a todos nuestros hermanos; a aquellos que experimentan pobreza o han sido privados de sus derechos más básicos. (3/3) Share on X

¡Fiesta!: Una Celebración de Gozo

Cada Año Nuevo, Ebenezer, la iglesia Cubana que el abuelo de Lisa pastoreaba, tenía la tradición de celebrar una fiesta donde decenas de familias se reunían en el salón principal de la iglesia. La sala se llenaba de risas mientras los niños corrían en el salón. Los abuelos descansaban sus cuerpos viejos y cansados en sillas de metal y contaban historias en sus mesas. Se compartían testimonios de cómo Dios los había sostenido a lo largo del año, de los milagros que habían visto y de aquellos por los que aún estaban orando. Coritos de alabanza resonaban en las paredes. Estas fiestas eran una forma de expresar la alegría que llevaban en el corazón y la esperanza que tenían acerca del futuro y sus posibilidades.

El rol y el significado que tiene la fiesta en las comunidades latinas es profundo y tiene múltiples facetas. Más que ser una simple “fiesta,” es un complejo acto de celebración, conmemoración, y un recordatorio de lo importante que es disfrutar de las alegrías más sencillas de la vida. Es una fuerza que nos une como latinos.

Las fiestas son una parte esencial de nuestra identidad y de quiénes somos no sólo como personas, sino como personas de fe. Ya sea que estuvieran vagando por el desierto, viviendo como esclavos en naciones poderosas, en el exilio o en la Tierra Prometida, desde sus primeros días, el pueblo de Dios siempre se ha reunido para recordar y celebrar. Sus fiestas y festivales eran motivo de alegría por el simple hecho de poder reunirse físicamente, pero también servían como recordatorio de todo aquello que tenían en común: una misma historia y una misma esperanza.

Lo que era una realidad en el pasado sigue siendo una realidad el día de hoy: Dios es fiel y él traerá libertad. Dios es bueno y él proveerá. La fiesta es nuestra manera de responder a la bondad de Dios; es nuestra postura ante la vida y un acto que refleja nuestro anhelo por celebrar (la vida), apreciar (lo que tenemos), reunirnos (en familia) y recordar. 

Hay un palpitar en nuestro corazón que nos invita a celebrar los momentos importantes de la vida y también los ordinarios. Es esta forma tan latina de celebrar absolutamente todo lo que hace que nunca sobre motivo para celebrar. ¿Hoy es un día soleado? ¡Pues entonces hagamos una fiesta! Las fiestas nos recuerdan los beneficios que trae la celebración: Nos llenan el corazón de alegría y nos iluminan el alma. ¡De eso se trata la fiesta!  

Además de ser una expresión de gratitud y celebración, nuestras fiestas son efusivas y exuberantes. No están sujetas a limitaciones económicas, políticas o circunstanciales. Nuestras fiestas impactan cada parte de nuestra vida y nos animan a celebrar no sólo los grandes momentos de la vida, sino también las cosas más sencillas. El simple hecho de celebrar es lo que nos alegra el alma. Aún cuando pasamos penas y dificultades, sabemos que siempre hay algo que celebrar y por lo cual estar agradecidos, porque al hacerlo declaramos de manera profética que ninguna lucha es más grande que nuestro gozo.

La fiesta es una cualidad única (y un regalo muy especial) que caracteriza a la iglesia Latina por su forma de celebrar la vida con ímpetu y entusiasmo. Es una ‘probadita’ de lo que es el Reino de Dios, donde todos estamos invitados al banquete y todos tenemos un lugar en la mesa. Hay suficiente espacio. Hay suficiente comida. Hay suficiente tiempo. Y en el Reino de Dios, donde la vida ha vencido a la muerte, ¡también hay suficientes cosas que celebrar! 

La fiesta es nuestra manera de responder a la bondad de Dios; es nuestra postura ante la vida y un acto que refleja nuestro anhelo por celebrar la vida, apreciar lo que tenemos, reunirnos en familia, y recordar. (1/1) Share on X

La fiesta es una cualidad única que caracteriza a la iglesia Latina por su forma de celebrar la vida con ímpetu y entusiasmo. Es una 'probabita' de lo que es el Reino De Dios, donde todos estamos invitados al banquete. (2/2) Share on X

Los Dones de la Iglesia Latina son una Bendición para Todos

En la película Encanto, la abuela le hace una pregunta crucial a cada miembro de la familia: “¿Usarás tus dones para servir a tu comunidad?” Como teólogas latinas que tienen sed y anhelo por ver a la iglesia florecer, esta pregunta nos obliga a dar una respuesta. Hemos identificado 3 dones que la iglesia latina puede ofrecer al servicio de las comunidades cristianas alrededor del mundo. Con fe, oramos por el día en que ‘familia’ y ‘sentido de pertenencia’ sean una realidad para todos los miembros de la iglesia. Con esperanza, esperamos el día cuando “Mi casa es tu casa” sea la postura de solidaridad y hospitalidad que caracteriza a la iglesia, especialmente hacia aquellos que tienen mayor necesidad. Finalmente, con amor (y sin miedo), imaginamos a la iglesia como un lugar de fiesta que se caracterice por tener abundante alegría, generosidad radical y una gran hospitalidad.

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Hemos identificado 3 dones que la iglesia Latina ofrece al servicio de las comunidades cristianas. Con fé, oramos por el día en que 'familia' y 'sentido de pertenencia' sean un realidad para todos los miembros de la iglesia. (1/3) Share on X

Con esperanza, esperamos el día cuando 'Mi casa es tu casa' sea la postura de solidaridad y hospitalidad que caracteriza a la iglesia, especialmente hacia aquellos que tienen mayor necesidad. (2/3) Share on X

Finalmente, con amor y sin miedo, imaginamos a la iglesia como un lugar de fiesta que se caracterice por tender abundante alegría, generosidad radical, y una gran hospitalidad. (3/3) Share on X

Gaby Viesca

Gaby is the Director of Programs for Missio Alliance. She hails from a desert-like city in northern Mexico called Torreón. Gaby graduated from college in the city of Puebla, where she earned a bachelor’s degree in International Business (Universidad de las Americas). In 2011, she moved to the United States to pursue a master’s degree in Biblical Studies (Regent University), though her plan was to go back to Mexico (and the business world) shortly after graduation. Twelve years later, Gaby still lives in the United States where she’s been serving the Church in multiple roles ever since. Gaby has worked in full-time ministry in Israel, Mexico and the Pacific Northwest. She is passionate about building bridges between the Church and Academia, preaching and writing, and mobilizing congregations to fully participate in the life of the church. Some of her previous roles include Director of Masters Programs at Portland Seminary, Campus Pastor at George Fox University, and various pastoral roles in the Pacific Northwest. She currently serves as a chair of the Evangelical Studies Unit at the American Academy of Religion.

Lisa Rodriguez-Watson

Lisa Rodriguez-Watson desires to see all people reconciled to God and to each other. Investing in this passionate call for more than two decades has led Lisa to urban church planting, international missions and community development, immigration advocacy, collegiate ministry, and seminary teaching. She currently serves as the National Director of Missio Alliance, and as an associate pastor at Christ City Church. A proud Cuban-American, Lisa writes, speaks and leads at the intersection of formation, justice and mission. She is a contributing author to Voices of Lament: Reflections on Brokenness and Hope in a World Longing for Justice, Red Skies: 10 Essential Conversations Exploring Our Future as the Church, and The Least of These: Practicing a Faith without Margins. She lives in Washington, DC with her husband and three kids.